Proyección y Transferencia.

Luego de comprender un poco sobre cómo funcionamos psíquicamente, nos vamos dando cuenta de todos los mecanismos que utilizamos para nuestra adaptación en el mundo.

La proyección es un mecanismo psicológico que todos hacemos de manera inconsciente, donde colocamos aspectos tanto positivos como negativos de nosotros en otras personas o situaciones. Trasladamos algún contenido inconsciente de nuestra psique y pensamos que este contenido le pertenece al otro.

La proyección parte de la información inconsciente que existe en nosotros (heridas, complejos, traumas), de las historias que nos contamos, de las creencias que tengamos, tanto de nosotros mismos como del mundo en general y también de la información arquetípica e instintiva.

Uno de los aspectos de nuestra personalidad que más proyectamos es la sombra. A la sombra enviamos aquellos aspectos que no encajan con los ideales del ego, luego los reprimimos o negamos, pero el inconsciente los proyecta en otros para que podamos trabajar en ellos e integrarlos como propios.

La proyección cuando nos enamoramos.

Una de las mejores maneras de entender la proyección es cuando nos enamoramos. Todos, sin excepción, inconscientemente hemos creado la imagen de nuestra pareja ideal a partir de creencias, el ambiente en el que crecimos, la cultura, la figura que hizo de madre o padre en nuestra infancia y de los aspectos de nuestra personalidad que aún no reconocemos o negamos.

De la misma forma en la que vamos creando nuestra sombra y con ello solo mostramos los aspectos positivos hacia el exterior, de la misma forma vamos creando nuestro ideal de pareja, tomando aquellos aspectos que más nos gusta.

Inconscientemente vamos creando una lista de aspectos que conforman nuestra pareja ideal y todas las fantasía que nos gustaría que ésta cumpliera. Esta lista puede ser muy variada y no tenemos acceso a ella hasta que tomamos consciencia.

Cada vez que proyectamos un aspecto de nuestra lista y coincide (ya sea real o ilusoriamente) con aspectos, conductas o actitudes de la otra persona, nuestra proyección da en el blanco. Tal como el mito de Cupido, cada proyección es una flecha lanzada, que si cae en el blanco quedamos atrapados en el hechizo del enamoramiento. (Visto desde lo simbólico).

Con la proyección casi siempre terminamos engañándonos a nosotros mismos queriendo que la realidad encaje con nuestra historia. La historia que nos contamos va muy unida a nuestras carencias y heridas no trabajadas.

La proyección, cuando estamos enamorados puede durar muchos años, porque la sostenemos, y una cosa es la proyección y otra es no querer estar equivocados. Pero va a depender mucho de que tan dispuestos estemos a soportar la verdad.

Una vez que aceptamos la verdad se rompe el hechizo. En el proceso de hacernos conscientes de nuestras proyecciones hay que tomar en cuenta si hay obsesiones, dependencia y apegos de por medio, que por lo general nacen a parir de nuestros miedos e inseguridades. Recuerden que aceptar la verdad siempre trae la consecuencia de hacer algún de cambio.

Los aspectos de nuestra personalidad proyectados y que tienen que ver con los arquetipos se verían algo así: Una mujer que tenga el arquetipo de la princesa sin duda alguna va a proyectar en los hombre aspectos del “príncipe azul” (lo que príncipe azul signifique para ella). Una mujer que tenga el arquetipo de la intelectual es muy probable que proyecte en los hombres que le gustan, aspectos de un hombre sabio o de un maestro, y si la mujer no ha trabajado en sí misma, estos hombres casi siempre terminan siendo charlatanes.

Mientras yo proyecto mis cosas en el otro, el otro también esta proyectando cosas en mi y entre ambos, muchas veces nos estamos contando historias que no son del todo ciertas. Cuando recién estamos conociendo a alguien solo mostramos las partes más bonitas de nosotros y una vez que pasa esta etapa de conocernos o de conquista ya nos hacemos tanto esfuerzo y nos relajamos, es entonces cuando empezamos a mostrar otras partes de nosotros y es posible que en este punto empiece a caer la proyección.

Ciertamente la proyección es inevitable, pero cuanto más consciente seamos más fácil será separar lo que es nuestro de lo que es del otro, además de tener relaciones mucho más sanas.

Otro ejemplo de proyección es cuando vemos a personas (o a nosotros mismos) con cierto grado de agresividad de la que aún no es consciente y se expresan diciendo que los demás son agresivos o amargados. Su propio carácter lo ven en los demás, pero no logran verlo en sí mismos. Esto sucede porque es un aspecto que la persona cataloga, inconscientemente, como poco agradable o socialmente no aceptado y por lo tanto al estar identificado con “ser una buena persona” no puede reconocer e integrar su agresividad.

Todo lo que nos irrita de otros nos lleva a un entendimiento de nosotros mismos.

Carl Jung.

Cuando una persona está muy identificada con ciertos aspectos de sí, es más difícil que se haga consciente. El tema con la identificación con ciertos aspectos, es que creemos que no podemos ser otras cosas.

Para trabajar tanto en nuestra sombra como en las proyecciones tenemos que estar dispuestos a reconocer y aceptar la verdad de lo que somos. Pero la verdad nos incomoda y preferimos contarnos una historia y contársela a los demás para justificar nuestras acciones. Es por esta razón que muchas personas se niegan a hacer autoconocimiento, porque el encuentro con uno mismo puede llegar a ser bastante fuerte.

Una vez seamos conscientes de algún aspecto de este tipo en nosotros no podemos huir y créanme gastamos mas energía en dejarlo para después que en resolverlo.

Proyección de aspectos positivos.

Otro ejemplo común de proyección es cuando lanzamos esos aspectos positivos de nosotros mismos en personas importantes, en jefes, en personas de autoridad o hasta celebridades y esto es muy interesante. Se han preguntado alguna vez ¿por qué admiramos con tanta facilidad a una celebridad y nos cuesta admirar a un amigo cercano o a nosotros mismos?

Por un lado a la celebridad le ponemos atributos inalcanzables, los idealizamos al extremo sin hacer consciencia que son seres humanos iguales que todos. Se nos hace fácil admirar a alguien tan grande porque no nos reta, porque hemos creado el supuesto que no podemos llegar a ese nivel y por eso, de una manera inconsciente necesitamos tenerlos en ese pedestal.

Por otro lado darle nuestra admiración a nuestro amigo o conocido cercano, que está en el mismo nivel que yo, por lo general pone de manifiesto las cosas que puedo lograr y que yo siendo igual que él, no logro. Entonces surgen nuestros sentimientos de la envidia, la comparación y otras muchas emociones negativas. En este punto terminamos proyectando en las personas cercanas a nosotros nuestras inseguridades y nuestro complejo de inferioridad.

La proyección y los arquetipos.

Muchas de las proyecciones que hacemos pueden ser detectadas fácilmente si nos convertimos en observadores de nosotros mismos, sin embargo, hay muchas cosas que se escapan de nuestra consciencia pero que afectan directamente nuestros comportamientos y que tienen más que ver con los arquetipos, con nuestra parte instintiva y reactiva y nuestros patrones inconscientes.

Cuando estamos tomados por el arquetipo de la víctima en su sombra, lo que proyectamos en otros es nuestra responsabilidad. Esperamos que otros se hagan cargo y buscamos culpables de cada cosa que nos ocurre. Somos expertos en contarnos historias que nos hacen creer que los otros son los culpables. Nos convencemos a nosotros mismos.

Lo mismo ocurre con el resto de arquetipos, cada aspecto de nuestra personalidad no integrada, inevitablemente la veremos en otros. Cuando logramos integrar esas partes, nuestro ruido interno empieza a disminuir, porque poco a poco vamos haciendo equilibrio psíquico.

Nuestra realidad está construida según lo que creemos, según lo que habita en nuestro interior y lo que proyectamos lo hacemos según el lugar de consciencia en el que estemos. Por eso es fundamental el autoconocimiento y la autoobservación.

Transferencia.

La transferencia también es un mecanismo psicológico y se parece mucho a lo que es la proyección, pero en lugar de proyectar un aspecto de nosotros, lo que hacemos es trasladar una imagen completa en otra persona.

Por lo general y lo más común es que pongamos en otras personas las figuras o imágenes de nuestros padres, esto pasa principalmente en nuestras relaciones de pareja donde el otro literalmente pasa a representar el padre o la madre.

Cuando esto sucede, se crea toda una dinámica, donde ambos pueden llegar a trabajar muy profundamente todos estos aspectos incluyendo la sombra.

También vemos la transferencia en la terapia, donde el terapeuta ejerce el papel del padre o la madre, pero a además se le puede transferir el papel de salvador o hasta de Dios. En estos casos la transferencia es necesaria para poder trabajar los aspectos que necesitan traerse a la consciencia y así lograr un equilibrio con el inconsciente.

Detrás de cada proyección o transferencia hay toda una historia, es decir, estos mecanismos son apenas una pequeña parte de toda la información que permanece inconsciente. Cuando hacemos consciente nuestras proyecciones logramos un entendimiento más amplio sobre aquello a lo que nuestro YO se encuentra sometido.

Igual que la sombra, las proyecciones y la transferencia son algo de lo que nos debemos hacer cargo y para integrarlo a nuestra personalidad no solo basta con hacerlo consciente, si no que debemos confrontar estas partes moralmente, haciéndonos las preguntas adecuadas y afrontar su verdadero sentido, la verdad detrás de cada aspecto nuestro. 

¿Cuáles son tus proyecciones más evidentes, en las relaciones de pareja, en el trabajo o con tu familia?

Las respuestas a éstas preguntas son un punto de partida para la liberación mental que tanto buscas, tómate el tiempo de indagar e ir más profundo en el descubrimiento de quien eres.

-Cheryl.

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