El Inconsciente y la Consciencia.

Todavía sabemos muy poco del inconsciente, sin embargo todo el movimiento de
consciencia que se ha venido generando hace algunos años nos ofrece una invitación cada
vez más clara a conocer esa fuerza invisible que guía nuestros pasos cuando no somos
conscientes del camino. El inconsciente es paradójicamente el lugar donde habita nuestra
alma y es el alma en sí misma, es la danza entre las luces y las sombras, siempre
llamándonos a descubrir quienes somos realmente.
Para conocer, comprender y poder transitar los distintos caminos del inconsciente no
podemos separarlo de la consciencia o de nuestra parte consciente, ambos constituyen un
todo, trabajan juntos y si alguno de los dos tiene un desequilibrio afecta al otro.
Partamos por lo esencial. Nuestra mente esta dividida en tres partes:

  1. Consciencia: es nuestro estado de vigilia o nuestra parte de la mente que está
    plenamente consciente en el momento presente. Lo que percibimos con nuestros
    cinco sentidos . Es nuestro mundo hacia fuera y lo que percibimos de él. No siempre
    somos conscientes de todo lo que hacemos. No es lo mismo decir “yo hago”, que
    “yo soy consciente de lo que hago”
  2. Subconsciente: es una especie de umbral entre el inconsciente y la consciencia
    donde se guardan nuestros hábitos o patrones automáticos que no están en la mente
    consciente todo el tiempo, son contenidos más fáciles de traer a la consciencia que
    los inconscientes. Aquí se incluyen nuestras respuestas emocionales y habilidades
    aprendidas.
  3. Inconsciente: es la parte más profunda y menos accesible, es todo aquello que se le
    escapa a la consciencia. En nuestra parte inconsciente podemos encontrar
    contenidos reprimidos, todo lo que hemos «olvidado» momentáneamente, todo lo
    que percibimos con nuestros sentidos, pero donde nuestra consciencia no está
    presente.
    Nuestra parte consciente solo capta un 4 a 8% de la realidad (hacia afuera), por lo tanto
    todo lo demás pasa al inconsciente, con esto podemos decir que al inconsciente no se le
    escapa nada.

La Consciencia y el Despertar.

Cuando transitamos el despertar de la consciencia lo que despierta es nuestro YO, es donde
empezamos a reconocernos como individuos más allá de las dinámicas colectivas.

Antes del despertar, nuestra consciencia es más bien una consciencia colectiva dirigida por
los contenidos del inconsciente.


Este reconocimiento de nuestra individualidad es un largo proceso que se hace a través de
una profunda transformación, donde el mayor desafío es la confrontación de los contenidos
inconscientes por los que fuimos dirigidos inicialmente.


Este proceso nos da una nueva mirada y percepción del mundo, de nuestras relaciones y de
nosotros mismos. Poco a poco nos vamos haciendo conscientes de todo aquello que antes
permanecía inconsciente. Nos hacemos conscientes de nuestros patrones de
comportamientos, emociones reprimidas y creencias limitantes que antes manejaban
nuestra vida en automático.


De este proceso surge una maravillosa sensación de liberación, sin embargo en muchas
etapas puede resultar tremendamente desafiante e incómodo, ya que nos toca enfrentar
nuestra propia sombra y heridas del pasado.


El despertar, que es apenas el inicio del camino, nos abre las puertas a una vida más
auténtica y coherente con los anhelos del alma. El proceso nos abre los ojos y nos enseña a
discernir entre «la ilusión» y «la verdad».

Inconsciente personal y colectivo.


* Inconsciente personal: aquí está guardada nuestra historia personal, desde que
estábamos en el útero materno hasta el día de hoy. También están todas aquellas
cosas que negamos, reprimimos o no reconocemos aún de nosotros. Allí también
podemos encontrar nuestras heridas, complejos y además, nuestros sueños no
cumplidos, nuestros dones y nuestro potencial no realizado.


*Inconsciente colectivo: es la parte más profunda donde se encuentra toda la historia
de la humanidad, la cual tiene un carácter mitológico y que nos une a todos como
una red invisible. En el inconsciente colectivo se encuentran los ARQUETIPOS,
energías que estructuran nuestra personalidad mezclándose con nuestro inconsciente
personal. El conjunto de estas energías poco a poco van creando nuestros complejos
y patrones psicológicos.  

Los contenidos del inconsciente, principalmente los del inconsciente colectivo son arcaicos
y poco desarrollados, actúan por impulso y una vez que tengan la fuerza suficiente de
emerger a la consciencia, esta última regula la manera en la que se presentan, si los
contenidos son demasiado fuertes (como la sombra), el YO queda avasallado sin poder
hacer la regulación oportuna.
El inconsciente siempre esta activo incluso en los momentos en los que dormimos ya que
procesa mucha más información que la nuestra parte consciente.

El inconsciente utiliza un lenguaje simbólico en lugar del lenguaje literal y lógico que
utiliza la consciencia, por lo que si queremos comprender sus contenidos tenemos que
aprender a manejar este lenguaje que se mezcla con imágenes universales poderosas y con
el uso de nuestra intuición.


El inconsciente y la consciencia trabajan de manera ordenada siendo uno la energía
compensatoria del otro. Un ejemplo clásico de esta dinámica compensatoria es cuando una
persona se esfuerza demasiado en mantener una imagen de perfección o de control en su
vida consciente y experimenta sueños caóticos, desordenados o que involucran una pérdida
de control. El inconsciente a través de la vía de los sueños inicia este mecanismo natural de
autorregulación, donde el inconsciente trata de restablecer el equilibrio. Si la persona
reconoce el mensaje del inconsciente, puede conscientemente llegar a la comprensión de
que una vida «perfecta» no existe, y que tal control sobre las cosas lo único que genera es
estrés y ansiedad, lo cual va afectando su salud.


Las variantes de los mensajes del inconscientes dependen de la historia de cada persona,
por lo que, para un mismo símbolo o imagen, distintas personas pueden tener diferentes
significados.


Integración de los contenidos inconscientes a la consciencia.


Luego del despertar de consciencia y después de haber tomado la decisión de seguir con el
proceso de convertirnos en individuos (proceso de individuación – Carl Jung), la vida irá
mostrando una serie de vías o caminos donde se iniciará un trabajo de autoconocimiento
profundo y donde habrá que confrontar los contenidos inconscientes para entonces ser
integrados a la consciencia, es aquí donde reconocemos y aceptamos que esas partes
inconscientes, poco agradables y desconocidas también somos nosotros.
Cuanto más contenido inconsciente traemos a la consciencia más control tenemos sobre
estos contenidos, con ello ampliamos la visión que tenemos de nosotros mismos y del
mundo, por lo tanto se expande nuestra consciencia. Hoy más que nunca necesitamos
establecer una sana relación con nuestro inconsciente, ya que de eso depende el
entendimiento de las cosas que nos ocurren y la posibilidad de tomar acción en el momento
en el que necesitemos transformar nuestros patrones inconscientes y nuestra vida en
general.


Una consciencia expandida nos da la posibilidad de experimentar más partes de nosotros
mismos, pero antes debemos conocer los misterios del inconsciente para que cada
experiencia y emoción sean la oportunidad para descubrirnos y sanar.
Al final, el viaje hacia el autoconocimiento es un llamado a escuchar nuestras voces
interiores que nos quieren mostrar la riqueza de nuestro ser completo.


¿Te atreves a explorar lo que yace en las profundidades de tu inconsciente?

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